Roy Ascott
Este autor nos habla de las relaciones que tienen todas la partes del cuerpo y al referirse a la teoría de los cuerpos (la cual no nos permite acceder a otras dimensiones) hace una comparación principalmente entre el arte interactivo y el arte clásico.

Nos habla de que el arte clásico solo representa el mundo con el objetivo de llegar a una revolución. Este artista siempre debe tomar muy en cuenta la Perspectiva, las metáforas y la percepción del mundo como tal, ya que este tipo de arte considera que el mundo en el que vivimos es totalmente material.

En el arte interactivo, el artista es un constante generador de conocimiento y recrea algo que ya está en el medio y así produce el contexto. En este tipo de arte lo principal siempre es el proceso ya que a partir de esto la obra puede cambiar en si misma y nosotros también, dándonos un significado inestable que puede mutar todo el tiempo. Hablamos ya de una negociación entre el espectador y el artista donde se busca llegar a un acuerdo de significados. Así se crean nuevos mundos a partir de nuestra participación. Esto es lo que se conoce como ciberespacio, este lugar emergente en el campo digital. Allí la mente está distribuida. Toda un red






Para mi, Ascott se refiere a "Realidad sincrética" a esta unión de mundos pero más bien lo veo como una especie de contaminación. Se trata de unir materias y conocimientos diferentes.
El cuerpo del que nos habla Roy Ascott es un cuerpo transformado que se puede cambiar desde su interior además de la posibilidad de crear otros cuerpos dentro de este espacio determinado. Es interesante que el hace mención a estos juegos de second life y avatares.
Habiendo múltiples yo en serie ya no se trata de estar imitado o restringido en un yo individual.

Un ejemplo de esto es el trabajo de Fernando Pessoa. Él tenía hasta 70 heterónimos con los que escribía sus poesías.
Del ciberespacio a la realidad sincrética
Avances de la telemática y el arte interactivo.
Argumento sobre los textos:
No soy igual en lo que digo y escribo.
Cambio, pero no cambio mucho.
El color de las flores no es el mismo bajo el sol
que cuando una nube pasa
o cuando entra la noche
y las flores son color de sombra.
Pero quien mira ve bien que son las mismas flores.
Por eso cuando parezco no estar de acuerdo conmigo
fijaros bien en mí:
si estaba vuelto para la derecha
me volví ahora para la izquierda,
pero soy siempre yo, asentado sobre los mismos pies.
El mismo siempre, gracias al cielo y a la tierra
y a mis ojos y oídos atentos
y a mi clara sencillez de alma.
Poema XXIX
De Alberto Caeiro (heterónimo)